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Así como la pintura nace en origen como una forma de representar la realidad y a lo largo del tiempo fue incorporando elementos de interpretación alternativa de las formas y los colores hasta llegar a manifestaciones profundamente abstractas, la fotografía gradualmente ha venido experimentando un proceso similar, y en nuestros días no es extraño admirar obras fotográficas de una naturaleza abiertamente abstracta. Este proceso no debe parecer extraño, pues la cercana relación entre la pintura y la fotografía podría explicar por sí sola un trascurso de evolución similar en la búsqueda de la expresión. No obstante, también se registran diferencias importantes. Primero, el tiempo en que se dio esta transición. Mientras que en la pintura el lapso entre la representación literal de la realidad y la abstracción de la misma duró varios siglos, en la fotografía duró menos de uno. Por otro lado, mientras que en la pintura los materiales variados y otros elementos adicionales de expresión se empezaron a utilizar hace varios años, en la fotografía, su adopción –aunque creciente- es relativamente reciente.

 

Mi obra fotográfica busca explorar esta cercana y ante todo fascinante relación entre la pintura y la fotografía, no sólo en cuanto a su evolución hacia expresiones abstractas, sino en cuanto a la incorporación de elementos adicionales a la imagen como el material sobre el cual se presentan. En este sentido, a través de cada una de las imágenes de mis series, he querido demostrar que así como la pintura puede asumir (y de hecho, durante siglos, asumió) la forma de una fotografía, la fotografía también puede asumir la forma de una pintura. En este mismo orden de ideas, mi obra pretende mostrar y demostrar lo efímero de la imagen fotográfica, al ser en esencia y al mismo tiempo, una representación nítida de la realidad, pero también una abstracta combinación de luz y forma, que podría conformar una abstracción profundamente basada en la realidad. A su vez, ambos procesos de progresión de lo explícito a lo abstracto reflejan una condición natural de la conciencia humana, que es la interpretación múltiple de la realidad que percibe y la traslación que permanentemente hace de lo objetivo hacia lo subjetivo y viceversa, sin que cambie la esencia de lo que proyecta.